El partido de anoche marcaba una ilusión para el Bolívar de Soria que desde enero, solo se ha sumergido en un mar de dudas. De un tiempo a esta parte, el hincha celeste se ha preguntado cuándo o en qué momento el equipo comenzará a engranar y cohesionar para formar un onceno que llene las expectativas esperadas. Pero, hasta ahora, solo se ha evidenciado que los problemas colectivos e individuales se acrecientan partido tras partido. Todo esto, por el desacertado manejo futbolístico que hasta ahora solo quebrantó el poco funcionamiento y los vestigios de aquel Bolívar de la campaña pasada.
Ayer, era la gran oportunidad para que la Academia refrende sus chances de clasificación y cambie ante su público la magra imagen que dejaron las dos derrotas consecutivas ante Emelec y San José; sin embargo, la frustración nuevamente se hizo presente. Quizás el precio a la incompetencia se pudo pagar muy caro de no ser por la mano salvadora de Quiñonez. El cruceño fue determinante convirtiéndose en figura al taparle un penal a Rafa Marquez. Esa acción fue el epitome de una gran noche para el meta celeste. Si no fuese por el tempranero gol de Mauro Boselli, hubiera sido la presentación perfecta del meta celeste, quien se encargó de evitar con una variedad de tapadas una tragedia mayor.
El lado positivo de un pésimo partido fue el portero, porque el resto del equipo fue un desastre. Los motivos sólo recaen en la mala orientación del estratega Soria. Decisiones que han terminado de deformar, descompensar, desequilibrar, desparejar las tres líneas de juego. ¿Por qué? Porque el posicionamiento de cada uno de los jugadores no compensa ni fortalece el juego del equipo, al contrario, expone en gran dimensión los defectos de un cuadro de Tembladerani que se siente impotente ante estas ataduras. Primero tiene que ver el errado concepto de fijar a dos mediocampistas como defensores. Cardozo y Yecerotte no encajan en dicha posición por falta de oficio; además, se pierde a un gran talento situando al tarijeño tantos metros atrás del área rival. Todo el primer tiempo Rudy estuvo desaparecido, divagando con la posibilidad de proyectarse por el miedo a descuidar su franja. A no olvidar que del punto de partida hasta la zona de área son casi 80 metros que los dos laterales deben recorrer cuando el cuerpo y el físico está condicionado hacerlo en la mitad.
Segundo. No cabe duda que William Ferreira atraviesa una etapa para el olvido. El manejo de la presión está absorbiendo por completo al uruguayo. El capitán celeste no se siente bien jugando con Pedriel, otro error del DT. Con dos centros atacantes no potencias de ninguna manera la ofensiva celeste, al contrario, terminas desvirtuando a uno y otro. Si en el segundo tiempo la Academia mostró más volumen de juego, fue producto de la corrección el cambio de jugadores. Arrascaita por Pedriel y Miranda por Álvarez corrigió el ataque, el cual todo el partido había carecido de ideas y argumentos. El gol de Callejón simbolizó lo que pudo provocar una acertada alienación. El penal marcador a favor del local, fue otra muestra de que Soria le sigue faltando recorrido a pesar de haber logrado un vice campeonato de Copa Sudamericana.
Al final de cuentas, a Bolívar le ha salido barato. La hinchada deberá agradecer durante los próximos días la actuación de su portero. Esto pudo haber terminado peor; pero la solución pasa por la tozudez del adiestrador. Cuando entienda que debe jugar con defensores que sepan defender, con volantes que sepan destruir, con medios que sean generosos y aporten lucidez en el juego y delanteros que manejen al instante la repentización, porque todos estos elementos son parte de esta plantilla tan cara y que tan pocos dividendos le está dejando al club. La palabra final la sigue teniendo Soria. No es tiempo de inventos, es tiempo de formar equipos de especialistas.
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