jueves, 28 de marzo de 2019

Borja: El inigualable y eterno campeón con Bolívar desde hace cuatro décadas



Ningún jugador ganó más títulos que Carlos Borja en el fútbol profesional de Bolivia desde 1977. La leyenda viva de Bolívar obtuvo 11 cetros anuales, dio vueltas olímpicas desde 1979 hasta cuando se despidió de las canchas en 1997; sin embargo, pasaron 22 años desde su adiós al fútbol y el récord sigue, Pichicho es el más campeón.

Se cansó de dar vueltas olímpicas con una sola camiseta y no pudieron alcanzarlo —según los datos del estadígrafo Víctor Quispe— jugadores como Iván Castillo, Vladimir Soria y Marco Sandy, quienes ganaron a nueve.

Es posible que Daniel Vaca lo iguale, quien tiene también nueve coronas, pero debe ganar dos más antes de dejar el fútbol activo; caso contrario, tendremos a Borja supercampeón para rato en el fútbol de primera en el país.

Borja fue campeón nacional con Bolívar en 1978, 1982, 1983, 1985, 1987, 1988, 1991, 1992, 1994, 1996 y 1997.


— ¿Recuerda todavía cómo y cuándo llegó a Bolívar?


— De pura casualidad. Yo entrenaba en Litoral de Cochabamba, en 1977 los de Wilstermann me invitaron a jugar y cuando iba a hacerlo, aparecieron dirigentes de Bolívar indicando que compraron mi pase porque tenían buenos antecedentes de mi juego.

— ¿Es cierto que antes vino a The Strongest?


— Sí, fueron meses antes ese mismo 1977. Ovidio Messa, que era superfamoso, iba por mi barrio en Cochabamba, me vio jugar y me decía que yo tranquilamente podía jugar en La Paz. Yo no tenía idea de la magnitud de The Strongest y Bolívar, yo jugaba porque me gustaba. Mis papás decían que mi futuro era estudiar. Entonces vine a La Paz, el técnico era Freddy Valda y cuando me vio, dijo que era muy chango para el Tigre, ni siquiera entrené. Yo era adolescente, muy flaquito, changuito y creo que eso se fijó y por eso ni siquiera me cambié.

— ¿En Bolívar llegó y debutó de inmediato?


— Así fue, viajé un domingo de madrugada, llegué a mediodía a La Paz y por la tarde ya estaba jugando como titular un partido oficial con la camiseta celeste de Bolívar. Soy también como jugador un fundador de la Liga.


— ¿Qué pensó en su primer partido con la Academia?


— Nada, tranquilo. Yo jugaba sin presión, porque me gustaba, no pretendía ser futbolista, no pensaba en ser profesional. Gracias a mis padres vivía cómodo, con la idea de estudiar una profesión, pero mi pasión era el fútbol y como creo que había talento, me iba bien y no tenía presión.

— Pero de su debut, ¿qué detalle recuerda?

— Fue muy bueno, de entrada le caí bien a la hinchada, me apoyó, me aplaudió y además desde entonces nunca más dejé de ser titular en el Bolívar, hasta que me retiré del club. Fueron 21 años de ser titular.

— Dejó el fútbol hace 22 años, pero sigue como el futbolista más campeón...

— Un orgullo personal, pero no fui yo solo, sino tuve el honor de compartir con excelentes jugadores y además estar en un gran club. Gracias a ellos fui muchas veces campeón, no fue personal, sino me rodearon grandes futbolistas. Les mando un agradecimiento a todos porque juntos fuimos campeones, unos más que otros, pero estando en un club exitoso. Además, el honor de tener a un presidente como Mario Mercado, otro exitoso total.

— ¿Mercado hizo la diferencia desde la conducción?

— Fue quien armó los equipos e hizo que Bolívar monopolizara los títulos en los 80 y 90. En esas dos décadas ganamos el 65 a 70 por ciento de los títulos que se jugaron desde el 77 y el resto se repartieron los demás clubes, era una abrumadora supremacía.

— Soria, Borja, López, Urruti, Salinas e Hirano, ¿fue el mejor Bolívar de todos los tiempos?

— Difícil decir el mejor. Ese equipo que mencionas creo que el bolivarismo lo sabía de memoria, pero hubo muchos equipos buenos. Con buenos técnicos como Ramiro Blacut, Jorge Habegger, Omar Pastoriza, Vitaly Schevchenko, Reinaldo Merlo, Moisés Barack y los mejores 10 del país, desde Aragonés, Chichi Romero hasta el mismo Ramiro Castillo.

— Sin embargo, ¿qué equipo campeón lo marcó?

— Cada uno tiene lo suyo, pero ese de Carlitos López, Hirano, Soria era una máquina, todos hacíamos goles, yo siendo volante mixto, una posición muy rezagada, marqué como 132 goles.

— ¿Qué tenía ese Bolívar de los años 80 y 90?

— Mucha jerarquía, porque hubo años en que todos los titulares de Bolívar eran de selecciones nacionales. Estaba Javier Zeoli, de Uruguay; Jorge Battaglia, de Paraguay, Acasuzo, Jorge Olaechea y Jorge Hirano, de Perú, estaba el paraguayo Miguel Sanabria y a esos se suman los 8 o 7 nacionales que estaban en la selección boliviana, era un equipo bastante poderoso. Jerarquía, eso tenía ese Bolívar.

— Con lo vivido, ¿qué significa Bolívar para usted?

— Es el club que me cobijó muchos años, me dio un estilo de vida, me permitió desarrollarme como jugador y persona. Es la institución donde la afición siempre me trató muy bien. Bolívar es una de las partes más importantes de toda mi vida.

— ¿Será que de ahí surgió el gran capitán?

— Me tocó llevar el cintillo de capitán casi toda mi estadía en Bolívar, fueron 17 años, desde que se fue Carlos Aragonés hasta mi despedida del fútbol. La capitanía creo que resumía el buen comportamiento que tuve con el club, los compañeros e hinchas.

INFO1

— ¿Los dos momentos de éxitos más recordados?

— Ufff (silencio). Son tantas cosas lindas que me pasaron con Bolívar, todos esos títulos, que para mí son 12, las Copas Libertadores y otros que jugué. Puede ser el cariño especial al primer título del 78, campeones en Santa Cruz, esa sensación, la gente, sentirse el mejor y luego ya se hizo repetitivo. Otro que me viene a la mente fue cuando en una final le ganamos a The Strongest. Hay muchos otros recuerdos, gran parte de ellos felices.

— Al revés, ¿los momentos más ingratos?

— Me dejó triste no ser campeón de la Copa Libertadores, pese a tener excelentes equipos y a las buenas campañas que hicimos. Estuvimos cerca, pero siempre nos faltó algo más o se dieron vuelta las cosas en los últimos minutos. Contra el América estuvimos cerca de la final, pero en los últimos cinco minutos nos dieron vuelta y quedamos en semifinales. Otra tristeza fue mi lesión de tibia y peroné en 1980 y ese año me banqué solo mi recuperación, sin que Bolívar me pagara un peso y más bien mis padres me ayudaron a sanar.

— ¿Bolívar lo abandonó?

— No sé, no guardo resentimiento, pero era joven y necesitaba apoyo. Volví a Cochabamba con mis padres. Entonces fue una frustración con Bolívar. En ese entonces no quise volver a La Paz, ni a Bolívar, pero Ramiro Blacut me citó a la selección boliviana y mi recuperación fue violenta con ese gran apoyo.

— Entonces, ¿cómo volvió a la Academia?

— Don Mario Mercado fue a Cochabamba, habló conmigo, con mis padres, era visionario y así fue, se vinieron mis mejores años de futbolista logrando tantos títulos que, me dices, hasta ahora no los superan.

— ¿Hubo la opción de ir al Tigre u otro equipo?

— Se hizo muy difícil, porque con los años me identifiqué con el club y además que don Mario me declaró intransferible. En mis inicios, surgió una opción de trueque, que yo vaya al Tigre y que Eduardo Angulo venga a Bolívar; la gente de esa época se opuso.

— ¿Ofertas del exterior?

— Jugué 15 Copas Libertadores, muchas Copa América y eliminatorias con la selección y siempre tuve ofertas, desde la primera Copa que jugué en 1980 tuve llamadas. Me pidió Olimpia del Paraguay, San Lorenzo de Argentina, América de Colombia, Gremio de Brasil, de los que recuerde, pero Bolívar no me dejó. Además, estaba con familia y valoré el sentirme bien con todos ellos antes que ver sumar en lo económico.

— ¿Qué amigos o compañeros importantes tuvo en su estadía en Bolívar?

— Muchos, pero muchos, con la mayoría siempre me llevé bien. Nos llevamos bien con Soria, López, Sandy y otros, no quiero decir nombres porque me olvidaré de algunos. Lo mismo con los entrenadores, me marcó Ramiro Blacut quien me recibió la primera vez y me hizo debutar, pero luego vinieron otros maestros de mucha talla, varios europeos y otros entrenadores muy reconocidos de Sudamérica.

— ¿El apodo Pichicho viene de la casa o del fútbol?

— Del fútbol, antes había una serie de televisión y comic argentino con personajes como Largirucho, Anteojitos y otros, y ahí estaba un perrito llamado Pichichus, y Jesús Reynaldo comenzó a llamarle así por el pelo rizado que yo tenía, y me decían Pichicho, algo que me identificó todos los años que estuve en el fútbol.

— A propósito de clásicos, ¿en su casa tenía hinchas stronguistas?

— Sí, pero si algo tengo que destacar es que durante toda mi carrera mi familia siempre me apoyó y pidió porque me vaya bien. Más allá del fanatismo, o que ellos sean del Tigre, siempre me apoyaron. Cuando jugué fue fundamental su apoyo para que surja. Una vez que dejé del fútbol, ya eran más abiertos hinchas de The Strongest.

— No todo fue Bolívar, títulos o clásicos, ¿qué significó llegar al Mundial de EEUU 94?

— El Mundial fue algo especial, fue otro momento emotivo de mi carrera y el momento máximo para todo lo que antes había logrado. Fue el corolario de todo. Justo me agarró en la recta final de mi carrera. Con Milton Melgar decíamos que nos subimos al último tren, porque éramos los mayores, pues detrás nuestro ya estaba una gran generación talentosa que estaba en la cima de su capacidad.

— En la selección se notó también el hecho de llevar la capitanía por años...

— Ese dato también fue especial para mí, porque fui capitán paralelo en Bolívar y en la selección, donde llevé el cintillo entre 1988 y 1995, por eso es que se refuerza el apodo del ‘Gran Capitán’, o el ‘Capitán de todos los tiempos’, porque fue en medio de un grupo de pesos pesados y de grandes figuras de esos años en el fútbol nacional. Fácil pudo ser capitán Chichi Romero, Vladimir Soria, lo fue Milton Melgar en los últimos años, pero me tocó y tuve ese honor.

— ¿Por qué lo eligieron como capitán?

— Pienso que porque me manejé de manera equilibrada, y supe conducir al grupo de jugadores. Tuve disciplina, fui consecuente con lo que decía y hacía en mis actos. Mis propios compañeros eran los que apoyaban mi designación ante los entrenadores.

— ¿Cómo fue la decisión de dejar el fútbol?

— Con muchos sentimientos de todo tipo. Cuando lo vi por el lado bueno, pues todo era felicidad y positivo por la carrera que hice, el de haber dado todo a mi club, a mi país, contento por como nos manejamos; pero, por el otro lado, mucha tristeza de no estar más en las canchas, de que se acabó una etapa, y bueno... tuve que asimilarlo aunque no es fácil ni para mí ni para nadie.

— ¿Y si no hubiese sido futbolista?

— Me hubiese explayado en mi carrera inicial de Ingeniería Electromecánica, pero también me gustaría volver a vivir todo lo que pasé con Bolívar.

— ¿Años después estuvo en el cuerpo técnico de la selección boliviana?

— Sí, fue muy rápido, muy poco tiempo. Creo que comenzamos con mucha expectativa, apoyo con grandes planes, pero por problemas de grupo, de manejo y otros aspectos no se hizo lo que se podía haber hecho. Pasó rápido y bueno, quedó ahí para la experiencia de uno.

— Después fue autoridad deportiva del país.

— No se pudo aplicar las políticas deportivas que uno quiere. La disimilitud de criterios no hizo de que se pueda patentizar lo que uno quiso, para beneficio del país. Se hizo un buen trabajo en la masificación del deporte, pero faltó una política mucho más fuerte para decisiones mayores e importantes.

— ¿Y qué tal la experiencia en el periodismo deportivo?

— Esa fue la mejor de todas. Me sentí muy bien, hice notas, análisis del fútbol, reportajes, fue una parte que me gustó bastante porque es algo que te hace equilibrado y criterioso.

— Actualmente, ¿qué actividades cumple?

— Estoy trabajando de manera particular con diferentes emprendimientos entre La Paz y Cochabamba. Siempre disfrutando la vida con sencillez, con mesura, estar cerca de mis hijos y toda mi familia. Tengo la filosofía de vivir en paz, de estar con la gente que uno quiere. No dejo de estar en contacto con el aficionado de Bolívar. Con los mismos muchos amigos tigritos, siempre con respeto, me llevo muy bien. Desde Mario Mercado hemos aprendido que si no existiera Bolívar, The Strongest no sería el mismo, y al revés, Bolívar necesita de la rivalidad de The Strongest. En la cancha era una cosa y afuera mucha amistad.

— ¿En la actualidad las directivas están alejadas?

— No sé como estarán, no estoy al tanto. Como dije, Mario Mercado y Rafael Mendoza antes nos enseñaron y nos demostraron que bolivaristas y stronguistas somos rivales en cancha y amigos fuera de ella. Había una gran confraternidad entre los hinchas, los dirigentes y los jugadores. Recuerdo que en mi matrimonio estuvieron todos los jugadores de The Strongest, con mis compañeros de Bolívar, porque así nos llevamos.

— ¿Cómo ve al Bolívar de estos años desde la grada?

— Voy muy poco, la verdad muy poco, pero desde donde estoy siempre le deseo lo mejor. Cuando estoy en La Paz y si hay un partido que coincide, voy, pero como viajo seguido no siempre se da.

— ¿Y el fútbol boliviano actual cómo se encuentra?

— Está bajo y baja más, pero nadie dice o hace algo serio como para salir. Basta ver cómo nos fue estos años en los torneos internacionales, desde la selección, los clubes, las selecciones menores.

— ¿Qué le parece Eduardo Villegas seleccionador?

— Yo creo que Eduardo hizo todos los méritos para estar en la selección, pero esto no pasa por el entrenador, sino porque las condiciones en las que se desenvuelve nuestro fútbol, que son obsoletas, tenemos menos jugadores en el exterior, sin inferiores en el país, nos falta promocionar y formar. Se dice que se debe cambiar las estructuras, pero solo se mueve la fachada, y todo sigue igual.

— ¿Con ese panorama ni ilusionarnos con ir a otro Mundial?

— No, nunca, nunca debemos perder la ilusión, las ilusiones nos mantienen vivos a los individuos, porque si no tienes esperanza en la vida, no hay objetivo que podamos alcanzar. De verdad, espero que a Eduardo le vaya bien, apoyémoslo en todo y no lo critiquemos, pero debemos saber cuál es nuestra realidad.

El plantel de Bolívar campeón en 1979 (izq.) y a la derecha uno de los campeones de los 90. Fotos: La Razón-Archivo

El ídolo excluido por las últimas dirigencias del club

Al poco tiempo que dejó el fútbol, su relación con la directiva de Bolívar nunca más fue la misma, porque reclamó el pago de deudas pasadas y fue ‘vetado’ desde entonces.

— Después de tantos logros en Bolívar y una vez que dejó el fútbol, ¿qué pasó con su relación con el club?

— Con la directiva, nunca con la gente. La afición siempre me mostró cariño. Lo que pasó es que Bolívar nunca debía a nadie y siempre pagaba. Había una deuda conmigo, al inicio esperé y esperé años a que me pagara, pero nada y como la dirigencia cambió y las cosas se complicaron, pues tuve que ver los mecanismos para que me pague. Me molestó que los dirigentes que vinieron no quieran pagarme, cuando lo hicieron con todos los demás jugadores que estuvieron.

— ¿Cómo eran sus contratos con Mercado?

— Excelentes, perfectos para cada lado, porque él cumplía y no le quedaba a nadie debiendo. Incluso yo no firmaba contrato muchos años, pero definíamos el trato y se cumplía.

— ¿Realmente con la gente no hubo distancia?

— No, nunca. Yo le di al club 21 años de mi vida y no me pagaban lo que correspondía, entonces hubo ruptura con la dirigencia, pero nunca con la institución ni con la gente. La hinchada siento que me quiere y aprecia, antes y ahora es lo mejor en mi carrera. Ya pasaron muchos años que dejé de jugar y ese cariño sigue vivo con jóvenes que nunca me vieron, pero seguro sus padres les contaron y me valoran bastante.

— ¿Cómo comenzó esa diferencia con la directiva de la Academia?

— La ruptura comenzó con la directiva de Mauro Cuéllar, con quien se inició una disputa. Él tenía su carácter y yo el mío, entonces es ahí donde se dio una pulseta legal. Él siempre decía que yo le saqué los ojos a Bolívar, pero nada más falso. El club me pagó 50.000 dólares en 10 años, lo que significó como 300 dólares mensuales, mientras que me enteré que otros jugadores cobraban 8.000 dólares mensuales y no sé qué le dieron a Bolívar. En realidad esos son quienes le sacaron los ojos a Bolívar, pero en fin, es una historia que se dio y me dio pausa de encarar otro rumbo para mi persona.

— ¿Esa diferencia lo llevó a alejarse del fútbol?

— Yo siempre tuve definido lo que quería luego del fútbol, terminé mis estudios, la maestría y ahora soy una persona con otra profesión, tranquilo, que disfruta de la familia, de la vida y que vive sin que nadie tenga que reprocharme algo.

— ¿Tiene relación con la actual directiva que está hace muchos años?

— No, no, ninguna, en absoluto. Rompí totalmente la relación con la dirigencia, no hay un acercamiento formal. Siempre aclaro que la situación es diferente con la institución, con los hinchas, los jugadores, ese cariño está marcado.

— Pasaron muchos años, ¿no lo siente injusto, ingrato estar excluido?

— No, no hace mella en mi persona. El hincha bolivarista me reconoce, en la calle o donde voy. Es más, siento que el hincha del fútbol me reconoce en La Paz, en Cochabamba o donde voy. Los hinchas de otros clubes, y no es exageración, sino es algo que yo lo vivo, me dan su afecto y eso es más que alguna dirigencia que siempre es pasajera.

— ¿Tanto así con los otros hinchas?

— Sí, puede ser porque estuve en la selección, por el Mundial al que fuimos, pero con mucha gente que se me acercó, hable, se sacó una foto, autógrafo, me dice ‘soy del Tigre’, ‘de Wilster’, ‘de Oriente’, pero siente un cariño por uno y eso me gratifica, por eso soy feliz, soy un bolivarista muy feliz.


1 comentario:

  1. En realidad Carlos Borja ganó solo 10 torneos nacionales anuales de la LPFB con Bolívar (1978, 1982, 1983, 1985, 1987, 1988, 1991, 1992, 1994 y 1996), pero con toda ley y poco reconocimiento también ganó dos torneos nacionales oficiales de la LPFB que no son tomados en cuenta: La COPA LIGA o COPA LPFB de 1979 y el Torneo Apertura de 1997.
    El primero de ellos, la copa Liga de 1979 fue un torneo Apertura organizado aquel año que la LPFB no ha querido reconocer, y esto se debe en gran motivo a que en el segundo torneo que se jugó ese año, la COPA AVAROA, se entregó el trofeo con el mismo nombre al ganador. Dado que al año siguiente se oficializó este trofeo como reconocimiento oficial al campeón nacional, y se lo otorgó a partir de entonces a todos los campeones de la LPFB de manera rotativa hasta el 2002, la copa Liga quedó marginada y no reconocida como un campeonato nacional.
    Cosa semejante paso con los torneos Apertura-Clausura que se jugaban de maneras muy especiales, iniciandose en 1986 y retomandose de manera continua a partir de 1989 hasta su consolidación definitiva en 2003. Los casos más destacables son los campeonatos Apertura jugados entre 1994 y 1997, cuyos ganadores no tenian más premio que solo clasificar al hexagonal final de aquel año, y menos reconocimiento, por lo que actualmente no son siquiera recordados. Es precisamente el torneo Apertura de 1997 que ganará Bolivar el último que jugará y ganará Carlos Borja; es más, el último partido que se jugó el 18 de mayo de 1997, que enfrentó en la final del campeonato a la academia con su eterno rival (y en el estadio Simon Bolívar) llegará a ser el último partido que jugará Carlos Fernado Borja en la LPFB y su última vuelta olimpica con Bolívar. De ahí nace el error de suponer Carlos Borja ganó el campeonato nacional anual que se definió en el hexagonal final de ese año, y que Bolívar ganó pero ya sin su eterno capitán. Sin embargo se ha querido añadir este campeonato a su historial al haber participado al inicio del mismo (aunque Borja no estuvo presente para levantar la copa como lo hizo en las 10 anteriores oportunidades).
    Finalmente cabe destacar que Carlos Borja ganó con Bolívar los campeonatos Apertura y Clausura de 1991 (se le entregó un trofeo a Bolívar en el Apertura -22 de septiembre de 1991- y directamente el trofeo Avaroa de campeon nacional al ganar el clausura de ese año) y el "clausura" de 1992 que le permitió a la academia jugar la final del campeonato anual. Sin embargo y por las caracteristicas especiales de esos campeonatos no sería adecuado contabilizar estos torneos, aunque no parecen ser necesarios en la inigualable carrera de del eterno y querido capitán.

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