“Llegué a Bolivia hace 34 años, vine por seis meses. Me quedé, creo que para siempre”.
Fue un notable centrodelantero. Hacía goles de todo tipo. Cabeceaba que
daba miedo. Tenía una espectacular manera para pegarle a la pelota. Y
si era desde un tiro libre, más aún.
“Mi llegada fue obra del doctor Félix Romano, dirigente de Bolívar
quien ya nos dejó hace unos años. Recuerdo que el último club en el que
jugué en mi país fue Gimnasia y Esgrima de Jujuy, cuando de repente una
noche apareció un señor de terno y corbata en el negocio, llegó a la
carnicería y preguntó por el señor Silva. Yo atendía la caja y me
presenté, dialogamos tomando un café. Había decidido no volver a jugar y
para salir del paso le pedí una prima de 50.000 dólares en la mano, un
sueldo de 5.000 además de vivienda, pensando en que no aceptaría. Me
dijo que me llamarían en dos días, pasaron 15 y no lo hacía. Yo hasta me
había puesto a correr por si acaso. Justo sonó el teléfono, me dijo que
todo estaba arreglado y que debía viajar de inmediato”.
Era la época en que el fútbol boliviano andaba bien, “se jugaba a
estadio lleno ante The Strongest, Wilstermann, Oriente, Blooming. Y
Bolívar, adonde iba llevaba gran concurrencia de aficionados. Recuerdo
que la gente dormía para comprar sus entradas. Hoy eso ya no existe, en
este tiempo para que haya gente en los escenarios ofrecen combos de dos
por uno. Es que hay una escasez de jugadores, no los promocionan, no se
trabaja como debe ser en divisiones inferiores y eso repercute, en eso
los clubes se están equivocando”.
Silva en uno de los tantos equipos "académicos" que integró. Foto: Archivo
En su posición, Silva era uno de los mejores delanteros. Y eso que en
su época había grandes goleadores. A los bolivaristas les hizo celebrar
muchos tantos que convirtió, varios notables.
“Cada club tenía grandes referentes de área, buenos cabeceadores, buenos pescadores, otros también con mucha fuerza”.
Y compara con lo que existe hoy: “En estos tiempos ya no es así, faltan
futbolistas de ese tipo, pero veo también que en el fútbol nacional los
jugadores se quedan mucho tiempo en sus clubes. Deberían estar tres
temporadas y luego irse porque de esa manera se permitirá que el
futbolista tenga un mayor crecimiento”.
Silva tiene la tendencia de hablar un poco de lo que fue su vida en el
fútbol boliviano y otro hacerlo de lo que ocurre hoy: “En mi tiempo, los
jugadores que veníamos al país pasábamos una prueba de un mes y si
rendíamos firmábamos contrato, de lo contrario, retornábamos; aquello
del periodo de prueba ya no se da más y al fútbol boliviano, salvo
excepciones, no llegan buenos valores y eso ha provocado que, en vez de
mejorar, retroceda”.
Él conoce del asunto porque luego de cerrar su carrera se dedicó a ser
empresario de jugadores y de entrenadores “hasta que un periodista me
hizo cerrar las puertas para ser él quien recomiende futbolistas”.
“El fútbol boliviano cayó enormemente porque no hay nada para ver, no
aparecen figuras, ahora llegan jugadores extranjeros de segunda división
y no se realiza un buen trabajo de formación en divisiones menores.
Hasta hace unos tres años, aún iba a los estadios, los miércoles y
domingos, a ver los partidos; ahora ya no, para qué, no hay nada que
ver, no hay nada nuevo”.
A pesar de todo decidió quedarse en el país y continuar con su vida.
Hoy está dedicado a dirigir una escuela de fútbol en una de las zonas de
La Paz, en Alto Obrajes, con la ilusión de formar jugadores y ser un
aporte para que el fútbol nacional cambie.
El exdalentero posa junto a los niños de su escuela de fútbol. Foto: Christian Calderón
“Me quedé en el país que ahora también es mío porque la gente es buena,
me brindó un buen trato siempre, hice rápidamente amistades.Además, me
quedé porque conocí a una persona, a Miriam Luna, quien estuvo a mi lado
siempre, en las buenas y en las malas. Hoy seguimos juntos”.
‘Es mejor trabajar con los niños’
Si quisiera, Juan César Silva sería entrenador de algún primer plantel
de fútbol, afirma que se preparó para ello; pero prefiere dedicarles sus
conocimientos a los niños y jóvenes y por ello desde hace años tiene
una escuela en la zona de Alto Obrajes, donde vive.
“Es mejor trabajar con los niños porque a ellos se les puede enseñar
con paciencia, se les puede corregir, mejorar y ellos te atienden y te
entienden; en cambio, con los grandes es más complejo, mucho más cuando
uno tiene un carácter fuerte y apasionado; por ello, prefiero enseñar
porque para mí es una pasión hacerlo”.
Y de inmediato matiza entre risas: “¿Te fijas? Todos los entrenadores
de primera división se están quedando sin cabello; en cambio, yo
prefiero mantener el mío. De verdad, prefiero preparar a los niños y
darles una base”.
En su faceta como entrenador de menores, dando una charla a sus pupilos. Foto: C. Calderón
La escuela llevaba su nombre, “pero hace tres años falleció uno de mis
hijos y le cambié en homenaje a él. Ahora se denomina Cristian Silva,
trabajo con niños y jóvenes que incluso vienen desde la ciudad de El
Alto, de la zona de Villa Fátima, de Següencoma, Irpavi, Achumani. Me
gusta ser franco con los padres de familia, les digo siempre que si los
niños que entrenan muestran condiciones, asimilan el trabajo y son
disciplinados, van a jugar; aquellos que no demuestren esos aspectos,
no; es así de simple, así me paguen los papás”.
(05-12-2016)
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