jueves, 8 de diciembre de 2016

Sánchez Capdevila, el profeta de los sueños cumplidos



José Luis Sánchez Capdevila llegó a Bolivia hace casi cuatro años para alargar su carrera en el Bolívar, un club de primera fila del país sudamericano y de los más importantes del continente. Allí ha cumplido algún que otro sueño de su juventud y se ha forjado un nombre a base de un trabajo reconocido por su afición.

Cuando Capdevila se entrenaba al lado de Iker Casillas en las categorías inferiores del Real Madrid, no pudo imaginar que casi dos décadas después de llegar al club blanco acabaría jugando en un país tan lejano como Bolivia.

Junto a Casillas y a otros nombres como Juan José Muñoz, David Aganzo, Borja Fernández, Luis García, Manu Herrera, Miguel Ángel García o Álvaro Arbeloa, formó parte de una buena hornada de canteranos madridistas que acabaron dispersándose por el mundo. Y, Capdevila acabó en Bolivia. Concretamente, vive en La Paz, donde cerró un círculo curioso.

"Estaba en Zaragoza, en el instituto y tenía 14 años. Me convencieron para firmar por el Real Madrid. Me dijeron que había un Mundial de Clubes y necesitaban que reforzara al equipo. Se celebraba en Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra, en enero de 1996.

Tuvimos la suerte de ganarlo. 17 años más tarde aparecí de nuevo por Bolivia y algunos jugadores bolivianos que jugaron ese campeonato están distribuidos por la Liga. Casualidades de la vida", dice a EFE.

Capdevila aún recuerda cómo después de su primer entrenamiento en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid le preguntaron qué le había sorprendido más y lanzó sin querer una profecía: "Les dije que el portero, que se llamaba Iker. Se le veían cosas distintas y que podía llegar lejos... ¡y mira hasta dónde ha llegado!".

Aquellos años de ilusiones juveniles continuaron para un Capdevila ya adulto en equipos como el Pontevedra, el Valladolid, el Murcia, el Jerez y el Huracán Valencia. En las filas de todos esos clubes pudo jugar en Primera División (debutó en Mestalla ante el Valencia), en Segunda B y en Segunda. Fue dando pasos hacia delante hasta que en 2013, el entrenador Miguel Ángel Portugal, le llamó desde Bolivia.

"Me entrenó en el Real Madrid juvenil, siempre le tuve mucho cariño. Contactó con mi representante, me gustó la propuesta y fui.

Me sedujo, entre otras cosas, por jugar la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana".

Ahora, cuando se asoma por la ventana de su casa en La Paz, ve un paisaje incomparable. Vive rodeado de montañas en un país de muchos contrastes y, cuya comida, diferente a la española sobre todo por el picante, le dio algún problema a la hora de adaptarse durante los primeros seis meses. Después de cuatro años, y con su mujer y sus dos hijos en Bolivia, es uno más en un país que le ha impresionado.

"Bolivia tiene muchísimos recursos, como petróleo o gas. También zonas de altura súper montañosas, partes increíbles de selva virgen, el salar más grande del mundo, el de Uyuni. Y es un país súper futbolero. Me he quedado sorprendido. Para el jugador, ver estadios llenos, te hace sentir bien. Esa presión nos sirve para cuando participamos en la Libertadores y en la Sudamericana".

Aparte de esa riqueza natural, a Capdevila también le impactaron las diferencias que se encontró en la calle. Y es que la pobreza está a la vuelta de la esquina: "Es una de las cosas que al principio te sorprenden un poco. ¿Cómo puede ser que este país tenga tantísimos recursos y sea muy rico en muchas cosas y luego veas esos contrastes en el día a día de la calle? Llama la atención", indica.

Toda esa afición, una parte humilde, otra más pudiente, pero todos igual de pasionales en un club como el Bolívar, equivalente al Real Madrid o al Barcelona en el país andino, para por la calle a un jugador al que quieren después de años de dedicación. De hecho, ya le han puesto dos apodos. El Maestro y "Crackdevila". "Te conocen, te saludan, se hacen fotos y son muy respetuoso con tu vida extradeportiva. La verdad es que da gusto".

En el Bolívar, Capdevila ha vivido momentos inolvidables. Uno de ellos, en Maracaná, donde pocos jugadores españoles han conseguido marcar. Lo lograron Zarra, Fernando Torres, David Villa, David Silva, Juan Mata y también Capdevila. El jugador maño tuvo la oportunidad de celebrar un gol al Flamengo en ese estadio en un partido de la Copa Libertadores.

"¿Quién me iba a decir que iba a marcar en Maracaná y encima con la pierna derecha?", recuerda el centrocampista zurdo, que, un día, cuando aún era un imberbe, le preguntaron dónde le gustaría jugar: "Respondí en el Bernabéu, donde pude jugar y en Maracaná, que era improbable. La vida da muchas vueltas..." Tampoco habría creído hace tiempo a alguien que le hubiese augurado que iba a ganar dos torneos Clausura y un Apertura en Bolivia. Pues Capdevila lo ha hecho, aparte de llegar a una histórica semifinal de la Copa Libertadores y disputar la Copa Sudamericana más triste de la historia.

El jugador español vivió de cerca la tragedia del avión que se estrelló en Medellín y que acabó con la vida de 71 personas, entre ellas con gran parte del Chapecoense, el club brasileño que iba a disputar la final ante el Atlético Nacional colombiano.

El Bolívar fue eliminado por el Atlético Nacional y estuvo cerca de enfrentarse al Chapecoense. Tal vez, si lo hubiesen logrado, los jugadores del equipo brasileño no habrían tenido que viajar a Colombia y estarían vivos.

"Ha sido una conmoción terrible. Si hubiésemos llegado a la final, nuestro rival era Chapecoense. Aquí conocemos a los rivales al dedillo y ha sido impactante. La escala se hizo en Santa Cruz y la tripulación era boliviana. El fútbol boliviano se ha volcado cien por cien con Chapecoense. Este sábado hemos jugado con su camiseta y con el escudo del Bolívar".

Pero la vida sigue en Bolivia para Capdevila. Su equipo, a falta de cuatro jornadas para el final, lidera el torneo Apertura y es firme candidato a ganarlo.

Y es que el hombre que profetizó el éxito de Casillas, que cumplió con su sueño de jugar en Maracaná y que, a sus 35 años está como nuevo para alargar su carrera otras tres temporadas, tiene hambre de títulos. Bolivia ya se los ha dado. Pero no solo eso.

También una experiencia vital increíble que "Crackdevila" jamás olvidará. Bolivia es su particular paraíso.

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