martes, 6 de diciembre de 2016

Silva vino por seis meses... van 34 años

A sus 28 años, Juan César Silva ya había dejado el fútbol luego de una buena trayectoria por varios clubes. Estaba dedicado, junto con su hermano, a administrar una empresa que controlaba varias carnicerías en Tucumán. Un día se presentó un directivo del Club Bolívar y su vida dio un giro radical.

“Llegué a Bolivia hace 34 años, vine por seis meses. Me quedé, creo que para siempre”.


  Fue un notable centrodelantero. Hacía goles de todo tipo. Cabeceaba que daba miedo. Tenía una espectacular manera para pegarle a la pelota. Y si era desde un tiro libre, más aún.
“Mi llegada fue obra del doctor Félix Romano, dirigente de Bolívar quien ya nos dejó hace unos años. Recuerdo que el último club en el que jugué en mi país fue Gimnasia y Esgrima de Jujuy, cuando de repente una noche apareció un señor de terno y corbata en el negocio, llegó a la carnicería y preguntó por el señor Silva. Yo atendía la caja y me presenté, dialogamos tomando un café. Había decidido no volver a jugar y para salir del paso le pedí una prima de 50.000 dólares en la mano, un sueldo de 5.000 además de vivienda, pensando en que no aceptaría. Me dijo que me llamarían en dos días, pasaron 15 y no lo hacía. Yo hasta me había puesto a correr por si acaso. Justo sonó el teléfono, me dijo que todo estaba arreglado y que debía viajar de inmediato”.
Era la época en que el fútbol boliviano andaba bien, “se jugaba a estadio lleno ante The Strongest, Wilstermann, Oriente, Blooming. Y Bolívar, adonde iba llevaba gran concurrencia de aficionados. Recuerdo que la gente dormía para comprar sus entradas. Hoy eso ya no existe, en este tiempo para que haya gente en los escenarios ofrecen combos de dos por uno. Es que hay una escasez de jugadores, no los promocionan, no se trabaja como debe ser en divisiones inferiores y eso repercute, en eso los clubes se están equivocando”.
Silva en uno de los tantos equipos "académicos" que integró. Foto: Archivo
En su posición, Silva era uno de los mejores delanteros. Y eso que en su época había grandes goleadores. A los bolivaristas les hizo celebrar muchos tantos que convirtió, varios notables.
“Cada club tenía grandes referentes de área, buenos cabeceadores, buenos pescadores, otros también con mucha fuerza”.
Y compara con lo que existe hoy: “En estos tiempos ya no es así, faltan futbolistas de ese tipo, pero veo también que en el fútbol nacional los jugadores se quedan mucho tiempo en sus clubes. Deberían estar tres temporadas y luego irse porque de esa manera se permitirá que el futbolista tenga un mayor crecimiento”.
Silva tiene la tendencia de hablar un poco de lo que fue su vida en el fútbol boliviano y otro hacerlo de lo que ocurre hoy: “En mi tiempo, los jugadores que veníamos al país pasábamos una prueba de un mes y si rendíamos firmábamos contrato, de lo contrario, retornábamos; aquello del periodo de prueba ya no se da más y al fútbol boliviano, salvo excepciones, no llegan buenos valores y eso ha provocado que, en vez de mejorar, retroceda”.
Él conoce del asunto porque luego de cerrar su carrera se dedicó a ser empresario de jugadores y de entrenadores “hasta que un periodista me hizo cerrar las puertas para ser él quien recomiende futbolistas”.
“El fútbol boliviano cayó enormemente porque no hay nada para ver, no aparecen figuras, ahora llegan jugadores extranjeros de segunda división y no se realiza un buen trabajo de formación en divisiones menores. Hasta hace unos tres años, aún iba a los estadios, los miércoles y domingos, a ver los partidos; ahora ya no, para qué, no hay nada que ver, no hay nada nuevo”.
A pesar de todo decidió quedarse en el país y continuar con su vida. Hoy está dedicado a dirigir una escuela de fútbol en una de las zonas de La Paz, en Alto Obrajes, con la ilusión de formar jugadores y ser un aporte para que el fútbol nacional cambie.
El exdalentero posa junto a los niños de su escuela de fútbol. Foto: Christian Calderón
“Me quedé en el país que ahora también es mío porque la gente es buena, me brindó un buen trato siempre, hice rápidamente amistades.Además, me quedé porque conocí a una persona, a Miriam Luna, quien estuvo a mi lado siempre, en las buenas y en las malas. Hoy seguimos juntos”.
‘Es mejor trabajar con los niños’
Si quisiera, Juan César Silva sería entrenador de algún primer plantel de fútbol, afirma que se preparó para ello; pero prefiere dedicarles sus conocimientos a los niños y jóvenes y por ello desde hace años tiene una escuela en la zona de Alto Obrajes, donde vive.
“Es mejor trabajar con los niños porque a ellos se les puede enseñar con paciencia, se les puede corregir, mejorar y ellos te atienden y te entienden; en cambio, con los grandes es más complejo, mucho más cuando uno tiene un carácter fuerte y apasionado; por ello, prefiero enseñar porque para mí es una pasión hacerlo”.
Y de inmediato matiza entre risas: “¿Te fijas? Todos los entrenadores de primera división se están quedando sin cabello; en cambio, yo prefiero mantener el mío. De verdad, prefiero preparar a los niños y darles una base”.
En su faceta como entrenador de menores, dando una charla a sus pupilos. Foto: C. Calderón
La escuela llevaba su nombre, “pero hace tres años falleció uno de mis hijos y le cambié en homenaje a él. Ahora se denomina Cristian Silva, trabajo con niños y jóvenes que incluso vienen desde la ciudad de El Alto, de la zona de Villa Fátima, de Següencoma, Irpavi, Achumani. Me gusta ser franco con los padres de familia, les digo siempre que si los niños que entrenan muestran condiciones, asimilan el trabajo y son disciplinados, van a jugar; aquellos que no demuestren esos aspectos, no; es así de simple, así me paguen los papás”.
(05-12-2016)

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