miércoles, 21 de enero de 2015

La leyenda de don Mario

Mucho se ha escrito sobre la trascendencia del gran patricio boliviano, don Mario Mercado, quien más allá de su faceta más conocida como presidente Ad Perpetuum del Club Bolívar, se ha destacado sobre todo por su gran calidad humana, sensibilidad social y visión de futuro.
Sin ninguna duda, don Mario fue el mejor alcalde de La Paz de todos los tiempos. Hoy, 40 años después, se puede ver aún el resultado de su gestión. Como ningún alcalde lo hizo, dejó como legado un plan maestro de planificación para el crecimiento urbano de nuestra ciudad. Asimismo, en su doble función de autoridad y dirigente deportivo, interpretó sin ninguna mezquindad, las necesidades de los dos grandes equipos de La Paz. Personalmente gestionó los créditos para la construcción del Estadio Simón Bolívar y para la infraestructura del Complejo de Achumani. Autoridades que vinieron detrás de él no aprendieron la lección y hoy deberían tener el coraje de admitir la grandeza de este gran hombre.
Como ser humano excepcional, se adelantó a su tiempo. Todos los que tuvimos la fortuna de trabajar para y con él, hemos sentido su sensibilidad social, su trato justo y equilibrado, sin discriminación y con gran calidez. A don Mario le faltó tiempo para ser Presidente de nuestro país. Sin duda hubiera sido el gran estadista que Bolivia necesitó en aquellos años finales del siglo XX.
Don Mario fue uno de los responsables de la clasificación de Bolivia al Mundial de 1994. Desde mediados de los años80 empezó a trabajar con un concepto profesional, formando equipos altamente competitivos y brindando a los jugadores, que finalmente estuvieron en el equipo del 94, la experiencia y solidez deportiva y humana. Ocho de esos jugadores de Bolívar fueron titulares en el equipo mundialista. Don Mario también fue una de las personas que dio el visto bueno para la contratación de Xabier Azkargorta como director técnico de la Selección. La dirigencia de la Federación Boliviana de Fútbol de esos años también salió de las filas de Club Bolívar y supo interpretar perfectamente la filosofía de don Mario.
Uno de los grandes deseos de don Mario era que los hijos de sus más íntimos amigos sean los que sigan la huella de esa notable dirigencia que hizo grande al Club Bolívar. Tras la gran tragedia, su hijo Luis asumió la presidencia del club y siguiendo las huellas de don Mario, desinteresadamente y sin mezquindad alguna, invirtiendo más de 3 millones de dólares sin retorno, logró mantener a la institución en lo más alto, como justo homenaje a su progenitor. Fueron para mi persona momentos inolvidables poner el hombro en esos momentos difíciles y ser parte de la construcción de la institución en los momentos de mayor incertidumbre. Hoy, los niños que supimos jugar con don Mario, ya somos hombres grandes y recordamos con gran nostalgia ésas reuniones de amigos, celebrando siempre los triunfos. Recuerdo la presencia de don Lauro Ocampo, Germán Jordán, Guillermo Monje, don Alfredo Rojas, Mario Paz Zamora, don Lothar Kerscher, y cómo no, doña Haydé de Ocampo, quienes junto a don Mario forjaron la institución más grande del país. Ya nunca más se volverá a ver un directorio como aquel, el más grande de todos los tiempos en la historia de la institución.
A 20 años de su trágica desaparición, los verdaderos bolivaristas sentimos aún su partida. Don Mario fue la escuela y el norte para todos nosotros. Su prédica de la unidad -no permitió nunca una separación entre dirigentes-, su generosidad para mantener a una institución deficitaria sin pedir nada a cambio, su visión para buscar al mejor técnico y a los mejores jugadores, su deseo incontenible para ver al Bolívar campeón de la Copa Libertadores, su universalidad para el trato a los dirigentes, hinchas y simpatizantes, y sobre todo, la construcción de un orgullo eterno de ser bolivaristas, crearon la leyenda de don Mario, el hombre, el ser humano, el gran presidente.

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