lunes, 20 de mayo de 2013

El celeste es pura alegría



El festejo bolivarista no sólo fue de los jugadores: William Ferreira recibió la medalla de campeón y a su lado estaba su hija mayor Gabriela, lo mismo ocurrió con Nelson Cabrera y sus dos hijos. Ni qué decir de Marcos Argüello y los suyos. De esa manera, gran parte de los integrantes de Academia hicieron de la celebración una verdadera fiesta familiar.

Cuando el vicepresidente liguero, Arnulfo Cabrera, entregó las medallas, varios de los jugadores se acercaron con sus hijos en brazos y no faltó alguien como Alejandro Gómez que pidió que la medalla se la colocaran a su niño. Poco después, ni bien el vicepresidente Wálter Zuleta confirió el trofeo ‘35 años de Liga’ en manos de Ferreira, la fiesta celeste cobró fuerza con el grito a coro de todo el estadio abarrotado por los hinchas celestes: “Dale campeón, dale campeón”.

Los futbolistas dieron la vuelta olímpica con el trofeo en alto. Lorgio Álvarez dio todo el giro con su esposa y su hija. “La familia está con nosotros en las buenas y en las malas”, recordó. Cada miembro del plantel lució una camiseta de color blanco con el sello de los años en los cuales Bolívar obtuvo los 18 títulos, incluido el de ayer.

Jugadores, dirigentes e hinchada derrocharon alegría y mucha emoción, la gente vibró y tembló y el estadio Hernando Siles se convirtió en la casa celeste, como había sido atigrada en las tres veces anteriores. “Y ya lo ven, y ya lo ven, somos campeones otra vez”, gritaba la tribuna.

La lluvia y el frío no evitaron que muchos hinchas se quitaran la polera para revolearla en al aire sin parar de cantar. Mujeres, niños, jóvenes y adultos mostraban orgullosos sus gorras, banderas y camisetas con los colores celeste y blanco, de su equipo favorito y campeón. La celebración se trasladó del estadio al paseo de El Prado, allí la gente también desbordó de alegría, sobre todo cuando vio llegar al primer equipo encima de un autobús descapotable.

La orquesta El Matador animó la fiesta hasta que pasó algo inesperado: la tarima cedió por el peso y todo el plantel, además de los músicos, cayeron al piso, felizmente sin consecuencias que lamentar, más allá del susto. “Viva Bolívar campeón”, seguía gritando la gente.


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